La agroecología es una forma de vida, con ese título se presentaron las conclusiones y desafíos del «Foro Agroecología, Gobernanza Territorial y Buen Vivir, experiencias territoriales desde Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú», desarrollado el pasado martes 17 de mayo en Santa Cruz de la Sierra.
Sobre el cual Nils Vásquez Toro realizaba el siguiente reporte con voces variadas de los participantes.
Compartimos ahora el documento completo emanado por el foro:
“Agroecología, una forma de vida”
- El horizonte de la agroecología es el vivir bien, en sus dimensiones humana, natural y espiritual. Vivir bien con uno mismo y con los demás, con la naturaleza y con las deidades (espiritual). Múltiples relaciones sistémicas.
- Agroecología y la agricultura familiar se dan, ocurren en un territorio (cuenca, municipio, región, territorio indígena), donde están presentes múltiples actores. Se ratifica que la agroecología es una respuesta y una forma de vida que defiende los territorios frente al avance del extractivismo minero o el agronegocio basado en la deforestación y la quema, como estrategia de disputa territorial y por los recursos naturales. Disputa en otros campos, ideológico y conceptual, en lo político, inversiones, mercados (consumidores), estilos de vida, incluso de información y estadísticas.
- La producción agroecología y la agricultura familiar de base indígena campesina se ha reafirmado y profundizado en su desempeño (casos en 4 países), contribuyendo no solo a la alimentación sino hacia el vivir bien en espacios locales, y también a transformaciones sociales y territoriales locales. Sin embargo, la capacidad de abastecer de alimentos a las poblaciones cada vez más concentradas en las áreas urbanas sigue siendo limitada.
- La agroecología para consolidarse requiere lograr un escalamiento hacia el territorio y la gobernanza del territorio (cuenca, Tto indígena, municipio…), Pero el escalamiento sigue siendo un desafío, se requiere políticas públicas, incidencia política, social y pública. Pero no son suficientes las políticas (que hay en los 4 países) sino hay que pasar a la practica, a su aplicación, seguimiento, control social, evaluación y renovación. Requieren de alianzas con economía solidaria, gastronomía, turismo… compras públicas.
- La resistencia a la denominada biotecnología –en rigor necrotecnología: agrotóxicos, transgénicos…- es una reafirmación de las productoras y los productores a la autonomía en esta materia, que prefieren criar y mantener sus propias semillas, criollas, nativas, diversas y es una enorme riqueza que han preservado para la humanidad. Sin embargo algunos comunarios se ven tentados por la necrotecnología y el agronegocio o la minería. Esta realidad se convierte en un desafío para los territorios locales, y a la misma vez es una interpelación a la limitada disponibilidad de tecnología para la producción agroecológica y la baja capacidad de acceso a tecnología que puede contribuir aún más a la producción agroecológica, como el riego o la transformación de los productos, etc. Solo la fuerza humana no es suficiente.
- Los conocimientos locales, que se deben tomar en cuenta en la agroecología, no son estáticos, avanzan, cambian. Por otro lado, algunos conocimientos ancestrales ya no dan certezas, en parte por los cambios climáticos. Hay nuevos conocimientos que no son sistematizados, y los estudios y la academia debieran volcar su mirada a estos nuevos campos.
- Hay un mayor empoderamiento de las mujeres en tanto que productoras que siendo tradicional su participación en la producción, han avanzado en la transformación, y comercialización en ferias locales, o subregionales, donde son actoras visibles en el espacio público, y han avanzado en alguna medida hacia su autonomía económica, es mayor su aporte económico a la economía familiar; aunque en muchos casos sin desligarse de sus actividades domésticas y de trabajo del cuidado.
- Transición agroecológica es un proceso lento y depende de factores externos y no solo de la voluntad familiar o comunal. Incluye primero la “intoxicación mental”. Requiere de un entorno propicio y la participación de otros actores y sus diferentes roles: mercado/consumidores, proveedores de insumos/servicios, vecinos pares (agricultores/productores), nuevas políticas, inversión pública, tecnología… Puede llevar más tiempo de lo previsto.
- Es necesario fortalecer las alianzas, articulaciones y movilizaciones con múltiples actores a nivel local y en cada país y en la región. Posicionamiento, propuestas, debates que permitan mayores avances.
- Inclusión de la juventud aún no se amplia. Las condiciones para su participación y el acceso a la tierra y recursos productivos son limitados. La juventud sigue viendo su futuro fuera de sus comunidades o en las industrias extractivas (al igual que algunos adultos).
- Si bien la producción agroecológica tiene mayor capacidad de resistencia y resiliencia, la intensidad de los efectos del cambio climático y que se vienen acentuando, la ponen cada vez más en mayor riesgo. Es todo un desafío para afrontar dichos riesgos y amenazas.
- Pese al importante rol de la agricultura familiar, agroecológica y de base campesina indígena durante la etapa dura de la pandemia, las políticas de reactivación económica tras la crisis sanitaria, no la toman debidamente en cuenta. Nuestras economías se ha reprimarizado, se privilegia al agroextractivismo, la agroexportación, monopolios y transnacionales. Ni el estado, ni los bancos ni las universidades –salvo excepciones- miran a la agroecología como alternativa para la vida humana y del planeta, sino el crecimiento económico y consumismo.
- Es necesaria la renovación de la formación y fortalecimiento de capacidades locales en agroecología. Permitió vincular a la juventud y la recuperación de ecosistemas naturales (antes no teníamos ni un árbol, ahora tenemos bosques), recuperación de agrobiodiversidad (de 30 a 150 variedades de papa).
- Es necesario renovar la agenda de la agroecología, en el contexto de los problemas globales y la agenda global climática, de los ODS, la restauración de los sistemas, el decenio de la acción por el agua, los derechos de los pueblos indígenas y los derechos campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales, entre otros. Agenda de investigaciones prospectivas para la agroecológica. La alimentación al año 2050 (no solo al 2030).
Foto: Helena Olcina Amigo