“La sequía está a punto de convertirse en la próxima pandemia y no existe una vacuna para curarla”, ha alertado con dramatismo Mami Mizutori, representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, en inglés).
Para afianzar su preocupación, el alto funcionario destacó que “la sequía ha afectado directamente a 1500 millones de personas en lo que va del siglo y este número crecerá drásticamente a menos que el mundo mejore en la gestión de este riesgo”,
Mizutori hizo patente su alarma durante el lanzamiento del Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR, en inglés) de 2021, realizado en Ginebra el 17 de junio en un acto especial.
El cambio climático, el uso excesivo y la conversión para la agricultura, las ciudades y la infraestructura, que también impulsan la sequía y la desertificación, ya han degradado una quinta parte de la superficie terrestre del planeta.
Este daño perjudica los medios de subsistencia de casi la mitad de la población del planeta. A partir de 2018, 170 países se vieron afectados por la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD).
“Un enfoque centrado en la tierra para la recuperación de la covid-19 puede cambiar el mundo”, sostuvo Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la CNULD, con sede en Bonn.
“Hasta ahora, las economías más grandes del mundo ya han gastado 16 billones (millones de millones) de dólares en esfuerzos de recuperación posteriores a la covid. Invertir una quinta parte de esa cantidad, en conjunto, por año, podría hacer que las economías del mundo adopten una trayectoria de sostenibilidad”, dijo.
“En una década, la economía global podría crear cerca de 400 millones de nuevos empleos verdes, generando más de 10 billones de dólares en valor comercial anual”, añadió.
La escala del desafío de la degradación de la tierra
Desde 2015, cuando solo tres países tenían planes integrales y efectivos de respuesta a la sequía, hoy 73 países están trabajando con la CNULD, también conocida por su sigla en inglés UNCCD, desarrollando una política para garantizar que la sequía se pueda sobrellevar y no sea un desastre.
Al comienzo del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas 2021-2030, el 5 de junio, más de 115 países se han comprometido a restaurar mil millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030 a un costo de 1,67 billones de dólares.
Si bien esto es un progreso, claramente no es suficiente.
Para 2018, 70 países se veían afectados por la sequía con regularidad, lo que cuesta vidas, mientras que 170 países se vieron afectados por la desertificación, la degradación de la tierra o la sequía, o ambos.
Un informe de la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos, publicado a principios de junio, presenta un panorama sombrío si no se cambian las políticas actuales de uso de la tierra.
Entre 2015 y 2050 sin medidas de restauración de la tierra, y combinado con la intensificación de la agricultura, se prevé que la productividad del suelo disminuya el 12 por ciento de la superficie terrestre mundial, advierte.
Para satisfacer la creciente demanda de alimentos, la expansión de las tierras de cultivo en aproximadamente 20 por ciento, o 300 millones de hectáreas de tierra, se limpiaría para 2050 a expensas de los ecosistemas naturales.
Como resultado, la biodiversidad global disminuiría un seis por ciento con 32 gigatoneladas de carbono liberadas a la atmósfera y una marcada disminución en la salud del suelo y su capacidad para retener agua conduciría a un aumento de sequías e inundaciones.
Las soluciones con voluntad política
Se pueden restaurar más de cinco mil millones de hectáreas de tierra en todo el mundo con una combinación de restauración y protección: una mejora en la gestión de la tierra.
“Estos no son escenarios utópicos”, sostuvo Thiaw, “está completamente dentro de nuestras capacidades alcanzar este escenario tan ambicioso. Pero se necesita determinación entre los líderes mundiales para hacerlo”.
Durante el lanzamiento de GAR 2021, Mizutori dijo: “La ciencia nos dice que el costo de prevención de la sequía o cualquier otro desastre es mucho menor que reaccionar después. Poner ese dólar extra en resiliencia por parte de los gobiernos no está sucediendo porque los políticos ven sus políticas más en el corto lapso de sus ciclos electorales”.
“Y no hay gloria en la prevención. Cuando se logra evitar que un peligro se convierta en un desastre, realmente no se puede demostrar”, señaló. “Es por eso que ahora nosotros (UNDRR) decimos que para desastres complejos como la sequía necesitamos un sistema de gobernanza integral, reglas y regulaciones (firmes)”, planteó.
Por: IPS Noticias