Ante las medidas de distanciamiento social y confinamiento que rigen desde el 13 de marzo por la pandemia, los espacios culturales autogestionados están frente a un escenario sin precedentes por la paralización de su accionar, realidad que amenaza dañar profundamente el tejido, la productividad y fuentes de trabajo cultural y artístico en el país.
El pronunciamiento que fue enviado formalmente al Gobierno, a través del Ministerio de Culturas y Turismo, reúne a 70 espacios de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Beni, Tarija, Potosí y Sucre. En el mismo, solicitan que los fondos presupuestados a espectáculos públicos o eventos masivos sean parte de un “Fondo de reactivación” como inyección de recursos para la supervivencia de los centros culturales, lo que les permitiría continuar cumpliendo su rol fundamental como dinamizadores de la cultura en cada una de las ciudades.
Esta solicitud tiene como respaldo una base de datos actualizada de los espacios culturales solicitantes aglutinados en una coordinadora nacional; incluye años de trayectoria, producción y alcance de cada uno. El documento compromete la presentación de un plan de trabajo que garantice el destino de la inversión del fondo de reactivación y la aplicación de normas de bioseguridad para el resguardo de la salud del público para cuando la flexibilización permita reactivar el trabajo de los espacios culturales.
Esta solicitud proviene de espacios culturales que no reciben ningún tipo de apoyo o financiamiento permanente del Estado o de cooperación extranjera y que emergen de iniciativas de la sociedad civil. Asimismo, en el pronunciamiento se destaca la trayectoria de los centros y de los artistas como el cuarto pilar fundamental del desarrollo de un país. También destaca que este sector fue uno de los primeros en dejar de funcionar y será uno de los últimos en poder restablecer sus actividades de forma regular, afectando los ingresos de una gran cantidad de trabajadores entre artistas, técnicos, administrativos y docentes.
Adicionalmente, el pronunciamiento detalla la evidencia de “que el arte y la cultura son esenciales e imprescindibles para la salud emocional e integral de las personas y la sociedad, y que las expresiones artístico-culturales se han constituido en el soporte anímico de las familias para llevar a los hogares optimismo, creatividad, entretenimiento y reflexión”.