NoticiasRadio Santa Cruz

Jauría de Palabras. Entrevista a César Antezana.

César Antezana/Flavia Lima es parte de la colectiva trans/cultural ALMATROSTE (desde el 2004), de la editorial artesanal del mismo nombre (desde el 2007), coorganizadoras de la FLIA La Paz (Feria del libro independiente y autogestionado). Ha publicado el libro de narrativa Zzz… y los poemarios El Muestrario de las pequeñas muertes (Ed. Almatroste), Cuerpos imperfectos (en el marco del II concurso de poesía Edmundo Camargo), Masochistics (premio nacional de poesía Yolanda Bedregal, 2017), Anjani (editorial Yerba Mala Cartonera, 2020) y Polímeros cuir (segundo premio Franz Tamayo, 2020). Co-organiza el Festival Sudaka de poesía marica y es egresada de la Maestría en Literatura boliviana y latinoamericana de la UMSA de La Paz. Creyente de la praxis anarquista, reivindica el feminismo CUIR en toda su monstruosidad.

Escucha la Entrevista

Los poemas a continuación son de tres libros distintos: Masochistics (2018), Anjani (2020) y Polímeros cuir (2021).

de Masochistics

caminos

el rumor de tu cuerpo corriendo detrás

tu silueta apurada repitiéndose en mi cabeza

de pronto

la luna alta, mi almohada, tus labios, mi sexo

trafico un juego de lencería que hurté de mi hermana

sé que ella te gustaba

sonidos

una fruta desconocida

se atora en mi garganta

justo cuando iba a decirte que te amo

y sale por mi oreja derecha y descansa en el barro

dejándome deshabitada

entonces hueca, resueno

incrustaciones

tu mano extendida

sobre mi espalda desnuda

mis huesos acomodándose a la sombra de tus dedos

otra vez el ritmo aletargado

de esta vida insatisfecha

que describes violento en mi cuerpo

con los golpes de tu cadera

vestimentas

hierofanía:

toma en cuenta mis desvelos, mi obediencia

asume mi llana intención de hundirte el cráneo con elegancia contenida

nunca en domingo

jamás en la casa de tu familia que con tanto cariño me alimenta

sólo recuerda cuánto me rio de ti

al darme una bofetada que me deje boquiabierta

pero esta vez hazlo bien

que quiero acariciar el ardor hasta después de medio día

tersura

te tengo y me tienes

juguemos a ver quién tiene más a quién

yo conservo un zapato tuyo y un par de pañuelos manchados

tú guardas, sin decírmelo, un precioso conjunto de dormir

que te dejé la noche en que me abandonaste en la puerta del hotel

beso todas las mañanas un anillo tuyo demasiado pequeño para ser tuyo

llevas en el bolsillo del saco

unas toallas íntimas para chantajearme cuando llegue la ocasión

tengo tu bolígrafo azul, tú tienes mi media chulla

tengo tu libro de religiones antiguas, tu guardas mi libreta de ahorros

aún guardo ese par de dientes que te arranqué después del almuerzo en aquella concurrida playa sin que nadie lo notara

tú tienes tres gotas de mi sangre

¿pretendes un listado eterno?

dame tu mano y arráncame vello púbico

no quiero seguir hablando

de Anjani

Te odio

y algunas señales no caducan

se quedan como soplo en el corazón

como paso apurado al borde de la calzada

la imposibilidad de sostener la mano arriba

el miedo de salir a la calle con algo demasiado ajustado

el desagüe que se tapa en un momento extraño

incómodo acaso

el escozor en el ojo derecho

el tropiezo en las piedras levantadas de una calle aún invertebrada a esta ciudad que se regodea siempre en hacernos a un lado

Como este vestido que deshilacha su ruedo

¿Puedes destilar los sonidos de los dientes que perdimos debajo de las piedras hembras, debajo de los universos ambidiestros de los que a veces nos hablabas?

Bach amontona sus sonidos y reza como una mantis elegante y rabiosa que susurra el secreto de los animales

nos desconcierta, haciéndose hierática y agresiva

lista para dar un par de golpes y después echarse a husmear monoxidades de nostalgia apabullante

Por esas lágrimas le amaste alguna vez

recreadas en el terso lugar de tus creencias y contra marchas

asediadas por ese grupo de notas histéricas

repitiéndose en grados secuenciales, cada vez más complejas, cada vez más disfuncionales al sistema linfático y sus coronarias

Así, más o menos, desapareces de nuestras caricias

hasta convertirte, poco a poco, en polvo que alimenta a las astromelias

Colecciono tubitos de plástico que recojo de las jardineras públicas

me ayudan a cerciorarme de los algoritmos de la selva desnuda

los escondo en las negruras de mi piel y nadie las percibe cuando compro pan, o salgo a fumar los imaginarios estatutos de la clarividencia que nos regaló mamá

de Polímeros cuir

(fragmento)

(…) ¿dónde lees esta antología de la desgracia, este volumen de chistes mal contados, este atuendo de lino depreciado que pretende lucir una marca extranjera?

¿dónde repasas una y otra vez este atolladero de frases inconclusas, de retazos incongruentes, aún desde el punto de vista más desmesurado?

la poesía es una truculenta señora que despierta a media noche y se pone a recitar el orden de las cosas conforme a la sucesión de los planetas

por eso la quieres

porque hay que hacerse cargo de ella

cómo quisiéramos que se encarguen de nosotras

mujeres anonadadas por el tiempo y nuestros cadalsos cotidianos

la ciudad se cuela por hendiduras insospechadas y testarudas

y construye nidos desesperantes

en medio de estas arrugas que apenas puedo disimular debajo de esta camiseta de poliester

somos como rameras de la circunstancia, políglotas y cariñosas

desdentadas y amaneradas

en el fondo nos animan los mismos celos que les son comunes a todas

tan bobas que nos ponemos a veces frente a las montañas

en medio de sus olas y la nostalgia que nos asalta cuando sucumbimos a la intriga policial del hotel

a la cita fácil de los taxistas

al piropo descompaginado del adolescente que solo quiere humedecer sus dedos con nuestro sudor, para luego lubricarse a sí mismo y prestarse a placeres ocultos, guarecido como tú mismo ahora, por las cuatro paredes de tu cuarto

lejos de los videojuegos

lejos de tus libros de texto

lejos de tu novia

lejos de tus primos

lejos de todos esos espejos que acomodan en las esquinas los calenturientos músicos de jazz que patrocinan nuestros encuentros

la poesía me excita, como lo hacen las vergas de los ancianos

de los viejos que salen a caminar a pesar del frio

con gestos hambrientos y cara de desdicha pública

-un poco de canela en rama y leudante fresco-

y me gustan

la poesía me salva del acondicionador en el cuarto de baño y de los boleros que la radio desparrama por toda mi habitación

tan desarreglada como me encuentro hoy, en que no vienes a visitarme

la poesía me aturde, me limpia las heridas y me enseña a hablar una antigua lengua

opacada por el mutismo de las conservas

y me trata como a una doncella

-como si tuviera bonitos ojos-

y eso también me gusta

la poesía me incita a mentir, a remendar el encaje de mi vestido

a evitar la vergüenza de las tardes

con alguna golosina que se aturda entre mis dientes afilados

mientras sonrío tratando de caerte bien

la poesía es mediadora entre mi sensualidad y este pene que delimito eventualmente

que me perturba y que me pertenece de alguna extraña manera

¿te molesta que utilice la palabra pene en estos momentos?

¿aun cuando posea uno extraño, dentado e inclinado hacia la izquierda?

ahora mismo que voy recitando en voz alta lo que escribo

¿con cuánta originalidad me puedo preocupar por ti, genitalidad sin rostro al otro lado de la página, animadversión mal planteada, oficio redescubierto

anhelo de humillación

inclinación por el pollo frito y las flores de plástico?

¿no puedo solo salir de casa y dejar de hablarte por un momento?

lo único que quiero es sentir tu musculatura haciendo esfuerzos sin par sobre mí

sobre este mi cuerpo sumergido en agua de canela y toronjil

¿no me deseas?

¿no me quieres acariciar?

¿podrías tocarme en los lugares que enumero a continuación abusando de tu inocencia?

pies

hombros

brazos

tobillos

detente un poco en ellos

me delata un moretón que no quiero que veas y entonces jadeo para distraerte

mis rodillas

mi ropa interior con la etiqueta de la tienda aún puesta

tanto que me cuido para ti

 sigue por mis piernas, largas como genealogías novelescas

y entonces de regreso

pies

nervios

jadeo y ropa interior

sólo que ahora, aprovechando el pudor de mis dedos tratando de detenerte, me la bajas un poco más y sonríes

este juego me gusta

cuando pones música y me preguntas si escuché el eco de tus nudillos siguiendo un ritmo tonto sobre el respaldo de la cama, hecha de maderas aglutinantes

de selva y escorbuto

¿acaso puedo responder algo coherente, tan constreñida como me encuentro?

¿acaso puedo dejar de pensar en la ausencia de tus dedos y tu tibio escozor, ese que tanto he ambicionado desde la primera página? (…)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba