Ricardo Plata (Ciudad de México, 1994). Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana. Autor del poemario Para habitar mi nombre bajo el sello editorial Literalia. Fue becario del Festival Interfaz: Los signos en rotación. Fundador y Director General de Cardenal Revista Literaria y del Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes-UAM-I. Ha publicado en las revistas Círculo de Poesía, Punto de Partida, Buenos Aires Poetry y Mood Magazine.
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Oración del abandono.
Nunca me desprendí
de los amores,
pienso en el abandono
como un pretexto para volver,
para que el tiempo haga del pecho
un páramo de esperanzas abiertas.
Pienso en el abandono
como una noche de tres puntos suspensivos
que abre la ventana del llanto.
Las personas que me amaron
me veían como una casa alta,
de tres pisos
la cual puedes abandonar,
se fueron dejando las cerraduras abiertas
porque saben que no tengo
la fuerza de cerrar puertas.
Siempre fui el preludio
para que ellas encontraran el amor,
el sitio donde concurrían llorando,
el lugar en donde envolvían su corazón,
y cuando se marcharon,
también quise deshabitar mi persona.
A Mateo Mansilla
Hay olores que te recuerdan
a tu primer hogar
al árbol de duraznos
en donde creciste tratando de alcanzar
la rama más alta.
Hay espasmos en el aire
que te llevan al rumor del primer secreto
la primera confidencia
en donde tu lengua era una fiesta,
hay personas que te recuerdan tu infancia,
los días de colegio
y los honores a la bandera
todo era aromatizado por lo nuevo
y lo nuevo te atemorizaba
porque era incertidumbre.
La alegría de correr por los pasillos de la casa
de levantarte temprano los sábados
para encender los ojos del abuelo
antes de que la tierra apagara su cuerpo.
Hay personas que son casas y patios
en donde habitas
y recuerdas esa temporada en donde una cicatriz
intangible aromo la soledad de tu pecho,
hay personas que son memoria
y arboles a los que te abrazas,
en donde brincas una cuerda
atada al recuerdo.
Hay personas que son esperanza y vacío,
alteran el mecanismo de los días
para confesar que la felicidad
es la siguiente carta
y estarán junto a ti.
Todo terminara,
el sueño vendrá de golpe
y descansaras en una habitación
en personas
que te recuerden
el sabor de un durazno que alzaste del pasto.
La fruta no cae lejos del árbol.
*
Qué acto tan insólenme
vestirse después del sexo,
cualquier palabra desmantela
el cuadro de los cuerpos trenzados,
porque lo único que nos queda
es vestirnos para tomar vagones diferentes
y despedirnos con un obscuro beso en la mejilla,
que sabe a sudor y a carne después del coito.
El cuerpo es una llama
que se extingue a las cinco horas,
de una habitación alquilada para tocarnos,
para escuchar la conversación de nuestros ombligos,
las caricias ya no soportan más,
y la soledad nos reclama
la hora de la partida,
de buscar la prendas arrojadas al suelo
y vestirnos tímidamente
sin mostrar la parte del cuerpo
que ocultamos durante el asalto.
*
A mi Madre
Mis padres me trajeron a la vida para morirme;
sin embargo, adoro el tiempo antes del día de la sentencia.
Hijo de una universidad de herencia pública,
todos los días salgo a perseguir autobuses
para alcanzar mis sueños.
Estudiante desde los cuatro años,
mi memoria conserva jardines de papel maché
y de jirafas de foami en escala.
Nací en invierno de un año lleno de nueves,
la verdadera fecha de mi nacimiento
fue el primer derrumbe del corazón,
ese día llovió, la vida me bautizó,
y me dijo: “bienvenido”.
A los dieciocho años me aventaron al mundo
con sólo una tarjeta de mayoría de edad,
a una selva de cláxones y de golpes,
ningún colmillo ha tocado mi carne,
“yo también tengo rayas en la espalda
como los tigres” grité en las avenidas.
Tengo veintitrés años y no tengo nada,
mi esqueleto está hecho de pan y promesas,
y mi futuro es una preocupación
que nunca me sobrevive.
*
Boca abajo la delgadez de tu cuerpo
se repite en las sabanas.
De pronto recuerdas la canción que nos unió
en aquel verano en donde en tus veinticinco años
consumíamos el polvo del aburrimiento.
Cada espejo de tu habitación
aprende tu silueta en lencería,
y tú piensas que debes dejar los cigarrillos,
dejar correr las canciones del estéreo
mientras nuestros labios se encuentran
subiendo los peldaños del beso,
y piensas en la vida como una película
ambientada mientras tú me besas.
Aterrada me preguntas del amor
en ese rio de causalidades
en donde en cada mes nos sumergimos,
ahora te has percatado
el disco dejo de tocar,
y piensas que nuestro amor
dura más que cualquier álbum de Beach House.
Te has dado vuelta en la cama,
tu espalda es un mar transparente de plegarias
que entienden mis deseos,
mientras la fotografía de tu novio
nos ve abrazados.