Esas prácticas ancestrales que aplicaron sus «abuelos» están pensadas para preservar la microcuenca Jach’a Mauri, que forma parte de un sistema hídrico en el que a su alrededor viven al menos «un centenar de comunidades», comentó a Efeverde Egberto Condori, autoridad indígena de la provincia José Manuel Pando.
«En los antepasados no había ingenieros ni arquitectos, pero tenían una sabiduría innata y creo que tenemos que volver a recuperar», comentó Condori.
Estas poblaciones forman parte de varios proyectos piloto que se realizan en Bolivia y en Perú, implementados por los Gobiernos de ambos países con el apoyo técnico de la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos del Sistema Titicaca-Desaguadero-Poopó y Salar de Coipasa (GIRH TDPS).
Diques, zanjas y reforestación
Para este propósito se unieron unas 23 comunidades que han compartido sus conocimientos sobre técnicas como diques de piedras y camellones, que son montículos de tierra que colocan a orillas del río para proteger contra los desbordes; zanjas de infiltración, que ayudan a retener el agua, y q’otañas, que son cuencas que funcionan como reservorios de agua para suministrar al ganado.
Asimismo, han reforestado algunos de los cerros con plantines de especies nativas como la queñua, la kiswara y la sehuenca para la retención de sedimento.
«El sedimento viene desde las montañas (…), viene con lodo y el agua viene turbia, al estancarse se asienta ese lodo y eso es lo que queda en el piso y quema el pastizal, entonces los ganados no tienen nada para alimentarse», explicó a Efeverde Cecilio Tarquino, autoridad indígena de la comunidad Huancarami.
Los resultados
Estas técnicas ancestrales se implementaron hace un año en estas comunidades en las que participaron alrededor de 42 familias para probar los beneficios y a su vez identificar qué prácticas funcionan y cuáles no.
Tras un año de prueba, las prácticas más «exitosas» en las diferentes comunidades son la «reforestación con plantines, los diques de piedras, las terrazas» de formación lenta que son una especie de muros construidos en pendientes que ayuda a retener el agua, explicó a Efeverde el técnico Hernán Figueredo, agrónomo de Practical Action.
Antes de la implementación del proyecto, la sedimentación que se registraba en toda esa microcuenca era de aproximadamente 4,5 millones de metros cúbicos, cifra «exageradamente alta» y con el proyecto se logró captar 52.000 metros cúbicos de sedimento, dijo.
«Hemos logrado retener el 1,2 % del total de sedimento, es una cantidad ínfima, pero tenemos que considerar que este es un punto neurálgico», comentó Figueredo.
Ante los resultados, los pobladores piden que el proyecto se mantenga y que se adhieran más comunidades para que los efectos se sientan en toda la microcuenca y se replique en otras regiones del país.
Involucrar a los jóvenes
Las familias de estas comunidades señalaron que el sedimento tuvo un efecto negativo en sus familias, pues con el daño de la tierra y el ganado afectado, al igual que sus casas por los desbordes de ríos, se dio la emigración de los jóvenes quedando en su mayoría solo población adulta y de la tercera edad.
La mayoría de los jóvenes emigraron a otros departamentos o a países como Argentina, Brasil, Chile y Perú en busca de mejores días.
«Ellos no están interesados en conocer estas prácticas ancestrales», indicó a Efeverde Calixto Gutiérrez, un poblador al que esta situación le preocupa, pero junto a los demás tiene la esperanza de que, al mejorar las condiciones de vida y encontrar soluciones para detener el sedimento, se puedan implementar otros proyectos agrícolas o ganaderos que atraiga a los jóvenes al campo.
Este proyecto es financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambientes (GEF, en siglas en inglés) a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el cofinanciamiento de ambos países con la asistencia técnica de la organización Practical Action.
Fuente: EFE verde