Unos 45 millones de personas podrían salir del hambre y la inseguridad alimentaria y el producto interior bruto (PIB) mundial aumentaría en un 1% si se consigue la igualdad de género en la producción agrícola, según el informe de la FAO titulado “La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios”.
El estudio, el primero que realiza la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en este ámbito desde 2010, analiza la situación en la que se encuentran las mujeres en el sector agroalimentario a nivel mundial y pone de relieve las graves desigualdades sociales y económicas a las que se enfrentan.
Así, la producción agrícola mundial se ve perjudicada por una desigualdad que impacta en las mujeres de múltiples maneras y que genera un círculo vicioso que afecta negativamente al conjunto de la sociedad, empobreciéndola, y reduciendo su progreso.
“Existe una brecha negativa de género del 24 % en la productividad de la tierra en explotaciones del mismo tamaño administradas por mujeres respecto a las gestionadas por hombres”, ha explicado a EFE el economista jefe de la FAO, Máximo Torero.
Mejorar los derechos de las mujeres
A pesar de que la igualdad ayudaría a aumentar el PIB mundial y a reducir los 828 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria, la brecha entre hombres y mujeres en esta situación se amplió de 1,7 puntos porcentuales en 2019 a 4,3 puntos porcentuales en 2021.
Las dificultades que atraviesan las mujeres para acceder a la educación, la propiedad de tierras, la maquinaria agrícola y otros bienes fundamentales para cosechar alimentos en el campo en muchos países se traducen en que una parte fundamental de la mano de obra de la cadena alimenticia ve limitada su capacidad de desarrollo y producción.
“Mejorar los derechos de las mujeres a la propiedad de tierras agrícolas influye positivamente en el empoderamiento, la inversión, la gestión de los recursos naturales, el acceso a servicios e instituciones, la resiliencia y la seguridad alimentaria, así como en la reducción de la violencia de género y el aumento de su poder de negociación”, ha afirmado Torero.
Sin embargo, en los últimos diez años prácticamente no se ha reducido la brecha de género en el acceso a conocimientos y tecnologías agrícolas, las explotaciones de regadío y la propiedad del ganado, aunque la FAO ha detectado mejoras en el uso de servicios financieros y teléfonos móviles.
Detrás del escaso progreso en materia de igualdad se esconde, según el economista, “la falta de políticas, a escala suficiente, dirigidas a resolver las desigualdades y a eliminar las normas sociales que discriminan a las mujeres”.
Más vulnerables en momentos de incertidumbre
La discriminación perjudica especialmente a los sistemas sociales de países del África subsahariana y del Asia meridional, donde más de dos tercios de las mujeres trabajan en el sector agroalimentario, mientas que los hombres acceden a otro tipo de empleos en mayor proporción.
El informe también destaca la especial vulnerabilidad de la población femenina en los momentos de incertidumbre y crisis económica, en los que son las primeras personas en sufrir el desempleo, la pobreza y el hambre que generan situaciones como la pandemia de la covid-19 y lo hacen de una forma mucho más acusada que los hombres.
Durante los peores momentos de la pandemia, el 22 % de las mujeres perdieron su empleo en el sistema agroalimentario no agrícola, frente al 2 % de los hombres.
Además, la carga de trabajo de las mujeres como cuidadoras de familiares de forma no remunerada aumentó en el mismo período y en países como Honduras supuso la reducción de la asistencia escolar de muchas niñas, destaca el informe.
Políticas públicas de empoderamiento
Para hacer frente a la actual acumulación de desigualdades, la FAO pone en evidencia la necesidad de promover políticas públicas enfocadas en el “empoderamiento” de las mujeres y su igualdad de derechos a todos los niveles, también fuera del sistema agrícola.
“El acceso a, por ejemplo, servicios estructurados de cuidado de los niños tiene un gran efecto positivo en el empleo de las madres y en el rendimiento de las actividades relacionadas con los sistemas agroalimentarios”, ha apuntado a EFE el economista jefe de la FAO.
Por Efeminista
Foto EFE/Thais Llorca