Las mujeres son contribuyentes clave a la producción agrícola, pero están ausentes en las mesas sonde se toman las decisiones y se establecen las políticas, con consecuencias alarmantes, dice la presidenta de Food Tank, Danielle Nierenberg.
Dar a las mujeres un lugar en los lugares donde se toman las decisiones podría acelerar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y mantener al mundo alimentado y nutrido. Pero para ello, es necesario transformar el actual sistema alimentario mundial, que es muy desigual, afirmó la especialista en una entrevista con IPS.
La estadounidense Nierenberg, una de las principales investigadoras y defensoras de los sistemas alimentarios y la agricultura, destaca que las mujeres son las más afectadas durante las crisis medioambientales o sanitarias, en la semana previa a que se celebre en las Naciones Unidas, el 23 de septiembre, la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, de la que deben salir nuevas estrategias a favor de la seguridad alimentaria global y de la erradicación del hambre.
El impacto particular sobre las mujeres de las crisis se evidenció una vez más durante la pandemia de covid-19, que perturbó la producción mundial de alimentos, afectando a las mujeres agricultoras y productoras de alimentos que ya estaban excluidas de la plena participación en el desarrollo agrícola.
“Todavía tenemos un largo camino que recorrer para asegurarnos de que las políticas no sean ciegas al género e incluyan las necesidades de las mujeres en primera línea cuando se producen catástrofes masivas, dijo Nierenberg a IPS desde la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, donde su organización tiene su sede central.
La presidenta de Tank Food añadió que los responsables políticos deben comprender las necesidades de los agricultores y pescadores que participan en los sistemas alimentarios, y tener en cuenta el particular aporte de las mujeres.
“Creo que ya es hora de que más personas relacionadas con la agricultura se presenten a las elecciones, porque entienden los desafíos que plantea,” afirmó. “Si tuviéramos más agricultores en los gobiernos de todo el mundo, imagínense cómo sería. Si tuviéramos mujeres agricultoras dirigiendo municipios, ciudades e incluso países, ahí es donde realmente se produciría el cambio”, reflexionó.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres aportan más de 50 % de los alimentos producidos en el mundo y representan más de 40 % de la mano de obra agrícola.
Pero aunque las mujeres mantienen a las familias alimentadas y nutridas, están en desventaja en el acceso a recursos críticos para la producción de alimentos en comparación con los hombres. No tienen acceso a la tierra, los insumos, la extensión, los servicios bancarios y financieros.
“Hasta que no pongamos fin a la discriminación de las mujeres en todo el mundo, dudo que estas cosas cambien, a pesar de que las mujeres son la mayor parte de los productores de alimentos del mundo”, dijo Nierenberg, que cofundó y ahora dirige el grupo de reflexión sobre sistemas alimentarios mundiales.
Partiendo de que la covid y la crisis climática no van a ser los últimos grandes shocks que afecten al mundo, Nierenberg dijo que las mujeres y las niñas se han visto afectadas de forma desproporcionada por los dos eventos traumáticos mundiales
A su juicio, eso confirma la necesidad de actuar ahora y cambiar el sistema alimentario. Las mujeres han sufrido la pérdida de puestos de trabajo e ingresos, la reducción de la producción de alimentos y la nutrición, y ahora hay más niñas sin escolarizar, citó como consecuencias combinadas de la covid y los eventos climáticos.
“No me basta con hablar en nombre de las mujeres de todo el mundo. Las mujeres que realmente están haciendo el trabajo tienen que hablar por sí mismas; tienen que ser incluidas en estas conversaciones”, dijo Nierenberg.
Pero la realidad actual, criticó, “es que en las conferencias hay muchos hombres blancos con traje que hablan en nombre del resto del mundo. Pero necesitamos que el resto del mundo, y las mujeres incluidas, estén en la sala”.
Un sistema alimentario es una red compleja de todas las actividades relacionadas con el cultivo, la transformación, la distribución y el consumo de alimentos. También incluye la gobernanza, la sostenibilidad ecológica y el impacto sanitario de los alimentos.
Tras señalar que la pandemia de covid ha puesto de manifiesto cuestiones invisibles, como la interconexión de nuestros sistemas alimentarios, Nierenberg dijo que es urgente invertir en sistemas alimentarios regionales y localizados que incluyan a las mujeres y los jóvenes.
Food Tank trabaja con otros grupos internacionales en investigar y establecer la agenda de soluciones concretas para restaurar los sistemas alimentarios de manera que cumplan su función humana de erradicar el hambre y la pobreza extrema, concluyó.
Divine Ntiokam, defensora de los sistemas alimentarios y fundadora y directora general de la Red Mundial de Jóvenes por una Agricultura Inteligente con el Clima (GCSAYN, en inglés), está de acuerdo.
Aunque los jóvenes están dispuestos a participar en la promoción de una transformación justa e inclusiva de las zonas rurales, es lamentable que rara vez participen en la toma de decisiones, planteó en diálogo con IPS.
Ellos, adujo, están excluidos desde el nivel doméstico hasta las instituciones políticas y las empresas más grandes, y necesitan mejores perspectivas de seguridad financiera para permanecer en el sector agrícola.
“Hay que prestar especial atención a los hombres y mujeres jóvenes en la formulación de la legislación para que compren tierras y reciban los derechos adecuados sobre ellas, dijo Ntiokam desde Yaundé, la capital de Camerún, donde GCSAYN tiene su sede central.
Para la activista juvenil, “los donantes internacionales y los gobiernos deben invertir en los jóvenes, especialmente en las mujeres jóvenes y las niñas, para que tengan una participación significativa junto con la red de valores de los sistemas alimentarios”.
“Los jóvenes necesitan tener su propio ‘asiento en la mesa (de negociaciones)’, como en la Cumbre (sobre Sistemas Alimentarios), en lo que respecta a la toma de decisiones sobre dónde invierten sus recursos los gobiernos y los donantes internacionales para hacer de la agricultura y la alimentación una carrera viable, productiva y rentable”, afirmó.
Los investigadores afirman que los sistemas alimentarios actuales son injustos, insalubres y poco equitativos, lo que subraya la urgencia de transformar el sistema alimentario mundial. Según la FAO, más de 800 millones de personas se acostaron con hambre en 2020, y decenas de millones más están desnutridas.
“Para que los sistemas alimentarios sean justos, es urgente cerrar la brecha de género de los recursos”, ha dicho Jemimah Njuki, directora para África del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, en inglés), con su sede central en Washington y su centro africano en Kigali, la capital de Ruanda.
Ella también ejerce el rol especial de custodia de la Palanca para la Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer para la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios.
António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas acogerá el jueves 23 la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, en el marco de la semana de alto nivel que inaugurará la 76 Asamblea General de la ONU a partir del martes 21.
La Cumbre se ha promovido como una plataforma para impulsar un apoyo sólido para cambiar los sistemas alimentarios mundiales con el fin de ayudar al mundo a recuperarse de la pandemia de covid y, al mismo tiempo, impulsar el logro de los ODS para 2030, como está establecido. Varios ODS están vinculados al hambre, la alimentación y la agricultura.
La Cumbre, según asegura la ONU, culminará en un proceso global inclusivo, ofreciendo un momento catalizador para la movilización pública y los compromisos de acción por parte de los jefes de estado y de gobierno y otros líderes de la circunscripción para llevar adelante la agenda del sistema alimentario.
“Ellos (los sistemas alimentarios) también deben transformarse de forma justa y equitativa, y que las mujeres y las niñas participen y se beneficien de forma significativa”, dijo Njuki a IPS.
Añadió que deben eliminarse las normas sociales y de género perjudiciales que crean barreras para las mujeres y las niñas al definir lo que pueden o no pueden comer, lo que pueden o no pueden poseer, a dónde pueden ir o no.
“Esta transformación tiene que ser impulsada desde todos los niveles y sectores de nuestros sistemas alimentarios: de lo global a lo local, de lo público a lo privado, de los productores a gran escala a los pequeños agricultores y a los consumidores individuales”, planteó Njuki.
Para especialista africana, los líderes deben promulgar políticas que aborden directamente las injusticias, como garantizar el acceso de las mujeres al crédito, a los mercados y a los derechos sobre la tierra. Además, destacó, las mujeres y los hombres a título individual deben enfrentarse a las normas establecidas y a los prejuicios sociales y legales y exigir cambios.
Njuki cree que de hecho los actuales sistemas alimentarios han contribuido a crear grandes disparidades entre ricos y pobres.
“Estos resultados negativos están íntimamente relacionados con muchos de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en estos momentos: la justicia y la igualdad, el cambio climático y los derechos humanos, y estos retos no pueden abordarse sin transformar el funcionamiento de nuestros sistemas alimentarios”, afirmó.
“Estamos en un momento crucial, en la última década antes de la fecha límite de los ODS. Esta debe ser la década de la acción para que los sistemas alimentarios acaben con el hambre”, concluyó.
Por: IPS Noticias