Un horticultor de investigación científica y botánica del conocido jardín botánico Kew Gardens en Londres, el asturiano Carlos Magdalena, recibió una colección de semillas del Herbario Nacional de Bolivia, el Jardín Botánico de Santa Cruz y el Jardín Botánico Público La Rinconada y tomó conciencia de 177 años de un error nominal botánico, dando nombre a una nueva especie de Nenúfar: la Victoria boliviana.
Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Frontiers in Plant Science y sugieren que esta especie está estrechamente relacionada con Victoria cruziana (una de las dos especies ya reconocidas) y que se separaron evolutivamente hace aproximadamente un millón de años.
Los científicos del jardín del suroeste de Londres sospecharon durante décadas que podría haber una tercera especie de nenúfar gigante, además de las dos que tenían catalogadas, y trabajaron con investigadores en Bolivia para ver si su tesis era correcta.
Es oportuno aclarar que el nombre no hace referencia a alguna épica batalla sino a la reina Victoria, por quien los botánicos ingleses de su época se desvivieron en una infernal carrera para entregarle la primera flor de nenúfar, esta exótica planta que precisamente por su flor fue secuestrada de su hábitat en las selvas amazónicas y admirada desde entonces en jardines botánicos bajo la bruma londinense.
La realidad es que el horticultor asturiano no “descubrió” una nueva especie (como titulan a estas horas muchas páginas de internet), sino un error de sus colegas pretéritos: estuvieron diciendo que había dos Victorias, cuando en realidad eran tres. Y según los especialistas, pudieran ser aún más, ya que los científicos tienen todavía muchas dudas sobre estas especies, como sus mecanismos de dispersión.
Los habitantes originales la conocían los suficiente como para darles usos en alimentación y en medicina.
Por: Amadeo Sabattini
Imagen: The Guardian / Ines Stuart-Davidson / Royal Botanic Gardens
Bueno, leo cierta animosidad a menospreciar la ciencia de la biología, ya sea por su vínculo con la política imperialista a través de la historia o por el ‘secuestro’ de esta planta de la amazonía para llevarla a Europa. Además, no se puede negar el ‘descubrimiento’ de la nueva especie y el mejor entendimiento de las diferencias y relaciones entre las formas actuales de estas plantas por el hecho de que ‘los aborígenes ya la conocían’. Por supuesto los indígenas del N de Sudamérica conocían y usaban una de estas plantas con varios nombres, los de Moxos lo hacían con la de su zona, y los de Paraguay y Argentina también la aprovechaban para diversos productos, pero por la realidad y comunicaciones de esa época, nadie comparó científicamente las distintas formas. No sé, yo en este artículo veo tanta o más ideología política que en la misma historia de la planta…